jueves, 1 de septiembre de 2011

El mejor día de mi vida.

Durante las semanas anteriores comencé un reto de 100 días y 100 fotos, durante las cuales debes colocar las fotos que te van pidiendo a fin de conocerte un poco más, colores preferidos, artistas, música etc. Realmente nunca pensé que fuese tan difícil, sin embargo, con forme pasan los días me doy cuenta de lo difícil que es para mí elegir una cosa favorita dentro de una variedad de opciones, desde un simple color hasta la comida preferida.

Todo eso aunque un tanto complicado, lo había realizado con éxito hasta que me topé con una dificultad que me hizo pensar, “coloca una foto de el mejor día de tu vida”. Para algunos podría ser sencillo, pero para mí resultó todo lo contrario. No soy la persona más longeva del mundo ni mucho menos y tal vez esto debería facilitarme la elección, aun así, no lo fue.


A lo largo de mi corta vida he pasado muchas alegrías y tristezas (y alguna que otra tragedia emocional interna), pero ¿qué tan difícil puede ser el deducir cual de todas ha sido la mejor? No es que mi vida esté basada en desgracias ni mucho menos, es solo que las alegrías que he experimentado –aunque grandes-, ninguna llegaba a mi mente cuando debía escoger “la mejor”.


Siendo una persona tan emocional como es mi caso, pensé que sería tan simple como elegir entre blanco o negro, pero no fue así. Alguien me dijo hace poco: “yo no tengo un día preferido, pero si un momento. Una vez, cuando salí de bañarme y sentí el aire y me recosté y solo eso, me hizo sentir feliz…”. Fue entonces cuando comencé a hacer memoria de esos momentos que para mí han sido muy especiales, y resultó que había muchos, más de los que imaginaba.


Y es que hay veces en las que notamos todo tan rutinario y banal, que dejamos de apreciar esos pequeños placeres que nos hacen sentir vivos, que nos hacen sentirnos agradecidos de quiénes somos y donde estamos, de lo mucho o poco que la vida nos ha dado y de la suerte que tenemos de estar rodeados de gente que nos hace sentir queridos. Sé que hay ocasiones en que sentimos que todo es un fiasco, que no somos tan agraciados y que el pensar en un futuro nada estable o solitario puede darnos un bajón tan grande que terminamos por sentirnos decepcionados de la vida. Pero es entonces cuando nos topamos con ese día especial, ese día en que todo nos sale bien.


“Hay un día ya verás… Un día que es la ostia. Ese día todo es bueno, vez a la gente que quieres ver, comes la comida que más te gusta y todo lo que te pasa ese día es lo que tú quieres que te pase.

Si pones la radio, la música que ponen es tu canción favorita, si vas a la tele ese día, por ejemplo un concurso, lo ganas todo, el dinero, los viajes, todo; fíjate bien lo que te digo, TODO. Pasa solo una vez en la vida por eso hay que estar muy atento, no vaya a ser que se te pase.

Es como un desvío, como cuando vas en la carretera y hay un desvío hacia otro sitio. Pero a lo mejor vas hablando por el móvil o estas discutiendo, pensando en lo que sea y no te das cuenta y se te pasa, y te jodiste porque ya no puedes volver atrás. Entonces serias lo mismo, un desvío, y es muy importante porque puedes elegir por donde va a seguir todo, si por ese camino que es nuevo o no. Por eso tenemos que estar muy atentos, muy atentos, porque hay muy pocas cosas buenas, y si encima se te pasan porque estás hablando por el móvil o pensando en otra cosa… Sería una mierda, una mierda completa.”

Fragmento de la película “Princesas”.

Y es que hay veces que andamos por la vida distraídos, mirando sin mirar y oyendo sin escuchar. Preocupados por cosas tan simples que se han tornado importantes y acaparan nuestro alrededor o afligidos por cosas que nos impiden ver lo bueno que nos pasa.


Entonces comencé la elección de un momento especial, pensé en el día de hoy, de ayer, la semana pasada y nada me convencía. Así que miré una parte de mí que hace tiempo no veía, un tiempo en que cada día que despertaba me hacía sentir vivo, pleno, pero hacía mucho que no hurgaba en esos recuerdos porque su desenlace no fue muy reconfortante. Así que de algún modo mi cerebro había bloqueado esa serie de momentos tan felices que hasta hace un tiempo me habían afectado tanto.


En su momento, el no hablar del tema o evitar recordar, había apaciguado el dolor mostrándome una salida fácil e inmadura de evadir las cosas. Pero ahora tiempo después y un poco más maduro, puedo ver atrás y no llorar, puedo revivir cada momento en mi mente y sentirme feliz, porque aunque a veces me sienta mal o sin motivación alguna; el recordar esos momentos me hace ver que si hubo un tiempo en que sentía que todo estaba bien, en que el día me sonreía y en que daba gracias a diario por estar viviendo eso y es ahí, cuando aunque me encuentre hecho mil pedazos, una parte de mí me recuerda que el tiempo cura todo, que todo estará bien, que las cosas buenas pasan, solo hay que saber mirarlas.


Porque no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo aguante, el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional. Y aunque hay veces en que estamos heridos y pensamos que nada bueno nos pasa, lo que realmente sucede es que nos distraemos de la realidad y nos encerramos en esperar a que todo suceda para bien o para mal sin esforzarnos en aprovechar cada instante.


Sí, hay días más buenos que otros y hay días en los que de plano nos va mal, sin embargo, siempre hay algo que nos hace sentir vivos y felices, tal vez no lo notamos, quizá fue cuando mordimos ese pastel, cuando vimos nuestro programa preferido, cuando perdemos el tiempo en eso que nos gusta o cuando sujetamos la mano de una persona especial. Son momentos tan fugases que en ocasiones pasan desapercibidos porque no los analizamos realmente.


Así que cuando alguien te pregunte de el mejor día de tu vida, solo es cosa de recordar ese día en que nada te importó, en que no hiciste corajes, en que te reíste de una estupidez sin importar que tu risa haya sonado terrible, en que comiste más de la cuenta sin importar si subirás de peso, la gastritis o la diarrea del día siguiente. Y si aun así, no lo encuentras (como es mi caso), solo espera, ya vendrá. Para mí “el mejor día de mi vida” está compuesto de fragmentos, de una serie de momentos especiales que juntos hacen que “el mejor día” tenga más de 24 horas, más bien meses o hasta años.


Es curioso ¿no? Apuesto que si nos preguntaran cual fue el peor día de nuestras vidas, probablemente encontraríamos más de uno, siempre vemos lo malo antes que lo bueno, pero lo bueno siempre llega, tarde o temprano pero llega. Y aunque a veces el ver el deterioro de la sociedad, los romances fallidos, la pobreza o las muertes de inocentes nos pongan mal, la verdad es que si, la vida puede ser muy perra pero a veces la vida se toma uno pequeño “break” en que las cosas nos salen bien y te olvidas del caos y lo único que está en tu mente es que estas feliz aquí y ahora.


Por cierto, la foto de arriba es la que puse no como el mejor día de mi vida, pero si como uno de mis mejores momentos, representa una serie de momentos en los que me sentí bien, en los que me sentí ¡FELIZ!


-iz~