El último libro que leí fue “La Mecánica del Corazón” un libro que hace tiempo andaba buscando, hasta que afortunadamente un amigo me lo prestó e increíblemente en cuanto comencé a hojear los primero cantos del libro, éste me atrapo y en cosa unas horas ya estaba casi terminándolo. En lo personal me encantó, narra la historia del hijo de una prostituta que nace el día más frio de la historia, lo que ocasiona que al nacer, el frio congele su corazón provocando que este corra el riesgo de morir. Sin embargo, la partera (que era una especie de doctora excéntrica la cual solía poner prótesis extrañas a sus pacientes para solucionar sus males) tomó un viejo reloj cucú y lo conectó al corazón, de modo que el tic tac de las manecillas ayudase al congelado corazón a palpitar y así salvar su vida.
El pequeño logra vivir y queda a cargo de la excéntrica doctora la cual lo cría, no sin antes advertirle que a lo largo de su vida hay 3 reglas que debe seguir para continuar con viendo: 1) No tocar por ningún motivo las manecillas del reloj, 2) Evitar los corajes y las emociones fuertes y 3) Jamás de los jamases enamorarse. Genial ¿no? Como es de esperarse esto atrapó mi atención volviéndose uno de mis libros favoritos, el cual por cierto les recomiendo ampliamente.
Luego de este libro, buscaba algo más que leer, mi madre insistía en que leyera un par de libros “motivacionales” que solía leer mi papá (por que según ella, soy una persona muy negativa y necesito cambiar eso), pero la verdad es que ese tipo de libros me enferman y lo que más me enferma es que me inculquen lo que debo leer. Sencillamente no funciono bajo presión, lo que me pasó cuando era chico y mi padre me “obligo” a leer “El Principito”, a esa corta edad lo leí forzado y la verdad que el libro pasó desapercibido y en realidad recuerdo muy poco de él, hasta hace 2 días.
Viendo la televisión, salió una entrevista a una actriz de teatro llamada Alexandra “algo” la verdad que no recuerdo. Ésta habló de las obras que ha presentado y de que su favorita fue el Principito y que la frase que más le gustaba de ese libro era una que decía:
“Uno es responsable siempre de todo aquello que ha amado”
En ese instante quedé atontado o más bien paralizado por dicha frase (como ya sabrán, esas cosas cursis siempre me llegan y esta frase en particular, no fue la excepción). Me dije a mi mismo, ¿Cómo es que no recuerde eso de aquel libro? Por lo que me di a la tarea de volverlo a leer, pero no había visto ese libro en años desde la primera vez que me cambié de casa. Abrí cajas aun selladas, busque, busque y busqué sin encontrar nada, por último abrí una bolsa llena de más libros y nada. Algo decepcionado comencé a resignarme, entonces de entre el montón de libros que jamás hojee, vi uno que atrapó mi atención.
De apariencia vieja, parecía forrado por el típico papel tapiz de la casa de las abuelas, color aguamarina y ya algo dañado por los años. “La Tregua” es el título del libro (me parece recordar una película ya vieja de hace algunos años, en la cual participó la veracruzana Adriana Fonseca y que por el hecho de saber esto, jamás quise ver), leí la breve reseña al reverso del libro y habla del diario de un hombre de casi 50 años, a punto de jubilarse, viudo, con tres hijos, y con una tediosa, mediocre y rutinaria vida sin nada en especial, hasta que conoce a una tal Laura Avellaneda, una jovencita de casi la mitad de su edad, la cual hace al mediocre hombre sentirse vivo otra vez.
Así es, me pareció que este libro hablaba solo de alguien deprimentemente normal, sin ninguna gracia y con páginas monótonas y llenas de tristeza y soledad… Es curioso ¿no? Fue justamente esto lo que atrajo mi atención, no por completo, pero si mostré interés. Comencé a hojearlo y en la primera hoja encontré con tinta azul escrita una fecha y una dedicatoria:
Xalapa, Ver. Octubre 18, 1979
“Nadia”