martes, 4 de mayo de 2010

Narracion 2da. Parte!

... Me deprimió aun más ver mi poca falta de voluntad, pasé un par de días meditando al respecto, culpándome, culpándola a ella, aun sabiendo que en el fondo la culpa la teníamos los dos por haber echado todo a perder. Un buen día me decidí a salir, distraerme no me caería nada mal así que tome mi deslizador y me dirigí al centro comercial. Estando ahí, di un par de vueltas y me decidí comprar un par de de lo que antiguamente conocían como “discos” en una extraña tienda de antigüedades. Son increíbles las cosas que uno puede encontrar en esos lugares, yo tan solo pensaba encontrar discos, sin embargo, la encontré a ella, sosteniendo un disco de los “Backstreets Boys”, mirando fijamente el aparador. En cuanto mis ojos se posaron en ella, sentí una enorme necesidad de hablarle, caminó rumbo a la salida con un extraño contoneo y en mi desesperación por cruzar palabras solo alcancé a decir: “¿me das tu hora?”, un brusco movimiento de su rostro me tomó por sorpresa y con una voz acartonada dijo: “12:30 horas”, le siguió una sonrisa forzada y continuó su camino, miré la hora en mi TX54* y marcaba las 12:33, -“está mal la hora”-respondí, se detuvo un momento y exclamó: “está mal la tuya también, realmente nadie tiene la hora real”, dicho esto, siguió su camino. Por alguna razón, algo en ella me había parecido muy interesante, como si me invitase a querer saber más de ella, no lo pensé dos veces y la invité a tomar unas píldoras suplementarias de café que tanto están de moda, después de aceptar me tomó fuerte del brazo y entramos a la primera cafetería que estaba cerca.
Y así, pasaron las horas, cada vez me interesaba más en ella, tenía algo misterioso que me costaba descifrar, no hablaba mucho, respondía concretamente a todo y parecía jamás aburrirse de mí, por un momento me hizo olvidar ese viejo amor y sentirme bien, como hacía meses no me sentía. Salimos un par de veces más, visitamos un unas cuantas estaciones espaciales, planetas cercanos, le obsequié un sol en miniatura que le traje del cinturón de Orión, unas cuantas flores tornasol que cambiaban de color según su estado de ánimo, quería darle todo. Al cabo de unas semanas, me había enamorado de ella y ella de mí, comenzamos una relación y eso me hizo más que feliz.






C O N T I N U A R A . . .





-Mañana pondre la tercera parte y asi, si alguien de casualidad la ha leido, pues mil gracias!
un saludo.

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